Pablo ha estado vomitando toda la noche. El pobre está hecho polvo. Parece que ya ha parado, no quiere desayunar nada. El problema es que estamos en medio de la nada, en una casa rural pegada al canal pero lejos de cualquier pueblo.
Le pregunto como se encuentra y me dice que si va en el tandem no hay problemas. Hablamos con Iker y se ofrece a hacer él la etapa en la bici de Pablo, mientras yo llevo al hermano en el tandem. El trato es que se monte y ponga los piés en el cuadro, su única función de hoy será ver el paisaje y ¡no caerse!.
La etapa no es muy larga, pero tenemos que hacer varias paradas para que Pablo descanse un poco, el pobrecito mío tiene un poco de fiebre incluso. Ya nos vamos acostumbrando al sendero, así que a tirones avanzamos bastante.
Es curioso, pero a ratos parece que huele a mar. Lo hemos notado todos, estaremos a unos 50 o 60 km de la costa todavía, pero tenemos esa sensación, aunque lo mismo son las ganas de verlo . . .
Hay más exclusas, y las aprovechamos para charlar con la gente que va en los barcos cuando son españoles.
Es curioso, pero nos vamos encontrando cada vez más gente que habla español, nos cuentan que hay mucho abuelo español emigrante que se quedó aquí. La familia todavía habla español.
El camping de hoy es distinto a los demás, se nota ya el mediterraneo. Hay programas de dinamización, juegos, fiesta, etc … los horarios son bastante más relajados que a los que veniamos acostumbrados.
Pablo parece que se ha estabilizado. Sigue sin comer, pero ya no vomita y parece que no tiene fiebre. A ver que tal mañana, es la última etapa. Si todo va bien, mañana llegamos a Narbonne, nuestro destino.
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